Nuestro
Perú es un país rico en productos naturales, uno de ellos que
proviene de la sierra es un fruto, especie de tomatito encerrado
en una cápsula de hojas doradas, que al abrirlas nos obsequia con
su color amarillo dorado, su brillantez y fragancia,
invitándonos
a saborearlo – mmm ... ¡que delicia!
Este manjar, aunque su origen es peruano, actualmente se comercializa y conoce más en otros países que el nuestro propio.
Se le conoce con el nombre de «aguaymanto», «tomatito silvestre», «capulí»; es una fruta nativa conocida desde la época de los incas, científicamente se le ha dado el nombre de «Physalis peruviana, Linnaeus»; aunque antes en la época de los incas, en su idioma el quechua, se le conocía como yawarchunka y topotopo, y en aymara, como uchupa y cuchuva.
Remontándonos
al viejo continente en Alemania, en el idioma alemán se le conoce como «Ananaskirsche», «Kapstachelbeere» o «peruanische Schlutte».
Ya en la época de los incas fue una especie preferida, en especial en los jardines reales, siendo el Valle Sagrado de los Incas donde se producía; es así que desde allí ahora también se le está tratando de dar el sitial que le corresponde, como un fruto exótico originario del Perú, aunque durante tanto tiempo, desde los españoles, se le ha ido olvidando.
Conociendo
sus antecedentes, un empresario escocés, Ken
neth Duncan, ha
dedicado su tiempo y esfuerzo para resurgir la producción de este
fruto; con los tropiezos conocidos en nuestro país, en especial
del transporte, ha logrado después de investigar algunas
variedades existentes, llegar a la conclusión que se desarrolla
entre los 2300 y 3000 metros sobre el nivel del mar, y aunque en
Colombia también se produce, no tiene esa fragancia ni el sabor
tan exquisito que la especie producida en el Perú. Se reproduce
por semillas, que son sembradas en surcos intercalados con gras.
La
envoltura natural del aguaymanto mantiene fresco al fruto por
largo tiempo, que dura sin dañarse varias semanas después de
recogido. El aguaymanto es rico en vitaminas A, B y C y tiene un
sabor agridulce dejando en el palador un aroma muy
agradable.
En las cerca de 10 hectáreas que tiene el señor Duncan para su producción, el trabajo arduo y consciente para dar al producto la calidad de exportación, ha logrado comercializarlo primero en el mercado nacional como frutos frescos y en atractivos empaques (frascos), con etiquetas y cuadernillos que dan a nonocer las cualidades del producto con recetas exquisitas de fácil preparación. Estos frascos son con mermelada y compota de aguaymanto.
Actualmente el señor Duncan ha logrado exportar el fruto en una cantidad importante a Alemania.
Laura Dopf
De la revista «Peru-Spiegel / Espejo del Perú», Nº 32, setiembre 1998